El día que Plaza pasó a ser parte de la acera. (21 de noviembre del 2009, sábado)
Mi hermano mayor decía, antes de irse para siempre a vivir al viejo mundo, que Plaza la Américas era el gran templo de la religión puertorriqueña. Tanto es así que sólo se menciona por su primera palabra.
Pues, como no me gusta la religión organizada, casi ni la visito. Eso, la falta de poder adquisitivo, que no me deja participar del culto en propiedad, y el gusto por la ciudad sin paredes, fea, sucia y congestionada, me alejan del magno templo. Pero hoy fui, como es inevitable para esta época.
Supe de una supuesta exposición de reliquias budistas (hablando de templo) que supuestamente iba a exhibirse allí. Subí al local del MAP en el tercer piso y estaba cerrado todavía. Sí disfruté de una exposición de dibujos y collages de Martorell, que enmarcaban una exhibición de instrumentos de percusión puertorriqueños en escala gigantesca, que se encontraba en un local cercano del tercer piso. Estaba con mis hijos y por primera vez llevaba a mi retoño de cuatro años a ver una exposición en Plaza.
Ver Plaza a través de los ojos de mi hijo de cuatro años me hizo repensar su papel en la acera, en el espacio comunitario. Él se fijó en todas las esculturas y obras de arte que se encuentran rodeadas de tiendas en los pasillos. Eso me hizo pensar en cómo es un espacio "público" totalmente controlado.
La gente va a Plaza a pasear, a que las vean; todo el mundo lo sabe. Ese es un espacio predilecto pues se puede jugar a primer mundo allí, a un mundo organizado, bonito y limpio donde todo funciona como debe.
La compartamentalización de los gustos en esta última versión del templo hace la convivencia más fácil. Yo, por ejemplo, las veces que voy me quedo en mi área, entre Borders y los cines. Esta segregación por hábitos consumeristas funciona, aumenta ese sentido de estar en otro lado más agradable. La gente va a plaza a escapar; allí no hay deambulantes, no hay sucio y todos están bien vestido, bañaditos y perfumaditos. Ah, y los guardias son amables, serviciales y útiles.
Pues hoy eso se acabó. Hoy, entre medio de todos los dones y doñas acicalados y bien vestidos, con su ropa casual más chic, se dió una manifestación de los movimientos hostosianos y sindicales. De repente, allí en el primer piso, saliendo de la tienda de Apple en dirección a Borders, vi a un par de dones que se juntaron y desplegaron un cruzacalles. Otro sacó un megáfono, más sacaron cartelones de protesta y, de repente, había por lo menos una decena repartiendo panfletos. Y pegaron a cantar consignas y a criticar al gobierno y a los ricos y ¡al consumerismo! ¡En Plaza!
Dijeron que la crisis la pagaran los ricos, en Plaza, que Fortuño estaba vendiendo el país, en Plaza. Y dice en el periódico que fueron por lo menos cien. Yo me fui antes de que se terminaran de organizar(iba de salida, el chico ya no aguantaba más). No vi cien, pero vi varias decenas. Cuando iba hacia la salida, los vi aglutinarse frente al mostrador de información. Juro que subieron la música navideña en el área a propósito.
Y ahí fue, ahí se perdió la ilusión, hoy fue cuando Plaza pasó a ser parte de la acera, de una acera cualquiera de la ciudad de San Juan.